Déjame tomarte una foto sin que te des cuenta. Déjame imaginar que tú me la diste, y más aún: que posaste para mí. Déjame ponerla en el portarretrato que tengo en mi escritorio y que aún conserva la imagen que tenía cuando lo compré.
Quiero imaginar que me miras y que en tu mirada me cuentas cosas de nosotros. Quiero sentir que en tu sonrisa me he refugiado mil veces y que es algo que me brindas a diario. Quiero en mis anhelos recordar lo que se siente besar tus labios y sentir cómo mi lengua tropieza con ese colmillo desviado -maravillosamente desviado- y que le pone a nuestros besos un sello irrepetible, un toque personal, una marca registrada.
Quiero que me susurres de nuevo que me quieres, que conmigo te sientes tú. Quiero sentirme domado por tu voz de viento en calma que me supo seducir incluso desde antes de conocerte.
Quiero imaginar que puedo nuevamente hundir mi nariz en tus rizos desinteresados, respirarte otra vez y sentir el aroma de jazmín. Angelical es tu nombre y divina tu juvenil faz. Tu contorno te envuelve en cintas de sutilezas que te hacen única, tan deseable.
Sabes que tus grandes luces me atraviesan como la luz del amanecer en mi ventana. Me siento irremediablemente vulnerable y desnudo, pero al mismo tiempo cómodo. Cálido. Tuyo.
Quiero imaginar que siento una vez más tu piel al deslizarme en tus hombros. Quiero sentir el roce de tus sutiles vellos al toque de mis dedos. Quiero que en esa primera vez se vuelquen todas mis memorias construidas y todo sea un recordarte nuevamente.
Me gustas. Me gustas tanto. Y no puedo evitar este ejercicio de fantasía siempre que te veo. Y también sé que sólo en eso quedará, pues los efectos secundarios que se dispararían al arrastrarte a mi realidad son disparejos e indeseables.
Te seguiré viendo así, disimulando mi fascinación, pretendiendo que todo lo que existe en mi cabeza es el producto de lo cotidiano, la cordialidad de los conocidos.
Pero te advierto: cada sonrisa tuya me la adueñaré aunque no haya sido para mí. Cada mirada que me brindes la adornaré con encaje de hilo y pretenderé que en tus ojos de luna tienes inyectado un deseo igual al mío y que por motivos personales has callado; y si me toca estar a tu lado cuando recibas la llamada incómoda simularé otra en mi propio teléfono.
Te acosaré inocentemente y sin consecuencia, como una bala de salva. Estaré observándote con prudencia y seguiré fingiendo asuntos que entrelacen los caminos del día. Te brindaré un cariñoso y efusivo “hola” admirándonos de la casualidad que de nuevo se hace presente. Platicaremos de alguna trivialidad en donde probablemente deba fingir interés amable (en lugar de hablar de cosas más interesantes: como el destino de nuestras próximas vacaciones) y llenaré mi día con miradas contenidas y con intenciones en silencio. Nos despediremeos amablemente con la esperanza de que -otra vez- el destino cruce nuestros caminos para otorgarnos una pequeña dosis de esperanza. Un respiro de aire fresco.
Ah… Quejas! De donde eres para ir por 1 q escriba como tu?
Jaja! Besos embarrados de chocolate!
By: Walkurian on abril 29, 2010
at 6:51 pm
Nos venden en cualquier walmart. En la sección de libros de Og Mandino.
By: Don Quejoso on abril 29, 2010
at 7:50 pm
Que fregón, felicidades.
By: Wire on mayo 5, 2010
at 11:25 pm
Jajaja! lástima q en mi rancho no hay Walmart! (acabo de ver tu respuesta!)
By: Walkurian on junio 14, 2010
at 4:46 pm